Por CARMEN MARÍA AGUILERA PRADA
Coordinadora del ciclo superior de Educación Infantil a distancia.
El pasado martes, 8 de octubre, tuve la suerte de conocer de primera mano una de esas experiencias educativas que, a pesar de ser poco conocidas, enriquecen y expanden esa etapa tan apasionante que es la educación infantil en la franja de 0 a 3 años. ¿Quieres saber a qué experiencia me estoy refiriendo? Acompáñame en las próximas líneas y sumérgete de lleno en ella.
Inmaculada Villa Manzano, más conocida por sus niños y niñas como “Seño Mimi”, es la persona encargada de gestionar una de las casas de Madre de Día que hemos encontrado en la provincia de Córdoba. Mimi estudió con nosotros en la Fundación SAFA el ciclo de educación infantil en la modalidad “a distancia” (no os dejéis llevar por esta palabra, en este caso la distancia es física, pero jamás emocional), y desde las primeras tareas se veía una luz especial en ella, tenía dulzura, una sensibilidad grandiosa y siempre destacaba por sus ganas de hacer de una forma diferente y creativa. Y es que si algo valoramos en este ciclo, y en esta modalidad, son las alumnas capaces de romper las costuras de lo normativo y poner en juego toda su imaginación y su creatividad.
Hemos hablado de Mimi pero aún no hemos explicado qué es una casa de madre de día. En pocas palabras, se trata de una alternativa a las escuelas infantiles donde las niñas y niños de 0 a 3 años acuden a una educadora infantil que los atenderá en su propia casa. Es una mezcla de la atención profesional que puede dar una educadora y de un entorno casero que no suponga un impacto en los menores. ¿Te interesa la idea? Pues veamos cómo lo ha hecho la “Seño Mimi”.
Su casa está en la localidad cordobesa de Lucena, y su nombre es La tribu de Mimi, recuerdo con ternura entrar a la casa, ese olor a hogar, el sonido de una música bien elegida, clásica, que invitaba a la relajación, a la felicidad, y a unos cuantos pequeños a los que se les notaba la felicidad al recibirme. Llegué y me integré en la tribu como una más, me descalcé, pues todos van así, tomando contacto con el suelo como metáfora perfecta de las raíces, además los pies son muy importantes en el aprendizaje humano, hecho que está muy olvidado y que sin embargo Mimi potencia en sus dinámicas. Los peques aprendían con el contacto de todo su cuerpo.
Me senté alrededor de la mesa pequeña que tienen, en un ladito de la sala, a modo de rincón, pues el centro de la sala está lleno de elementos que fomentan la teoría del movimiento libre de Pikler. Al sentarme en la banqueta junto a la mesita, se acercaron las dos niñas que estaban con ella, no había signos de extrañeza en ellas, se sentían seguras y como tal decidieron explorar, de hecho la más pequeña cogió un cuento, se sentó encima de mí y me pidió que se lo leyera.
Mimi me estuvo contando un poco sobre su proyecto, Madres de día, me habló de la enorme implantación y regulación de esta figura en la zona norte de España, y me contó que en Andalucía aún se está trabajando mucho en ello, pero hay grupos de madres de día por provincia y ella pertenece a la Red de Madres de Día de Córdoba. En estas redes se establecen unas normas mínimas que deben respetar las madres, por ejemplo el número de niños que pueden tener en la casa (4 niños y niñas) que tendrán el privilegio de ser atendidos como en casa. El objetivo último es formar una comunidad entre las educadoras, las familias, y los peques, y todo se hablaría y respetaría en dicha comunidad. Mimi nos contó que al inicio del curso se hace una reunión donde se explica el funcionamiento de la casa y se pide a las familias que hagan sus sugerencias. A modo de ejemplo, una familia comentó que si podían poner protecciones en las esquinas de un mueble que había al fondo de la sala, pero el resto de familias pensaban que debían dejarlo como estaba pues los niños deben aprender a vivir en el entorno y tener cuidado, por lo que tras hablarlo en comunidad se decidió dejarlo tal y como estaba.
En la sala podemos encontrar varios cestos de mimbre, tela etc., llenos de tesoros para explorar por los peques, todos los elementos que podían encontrar eran de materiales naturales, tejidos, maderas… evitando en la medida de lo posible los juguetes de plástico. Muchos materiales Montessori, Waldorf, Pikler, sin exclusividad de ningún teórico/a en concreto, pues Mimi entiende que la suma de todos es mucho mejor.
Un espacio/rincón, que en este momento estaba ambientado en el otoño; se podían ver hojas, piñas colgadas que los propios peques habían ido trayendo, frutos, etc., el calendario con el mes de octubre, juguetes de madera, algunas pequeñas plantitas de interior y una botella sensorial. Un rincón musical, con un pequeño piano de cola para generar creatividad en los más pequeños y junto a este, el rincón de la cocinita, cuando les apetece, piden a Seño Mimi el cesto que de los utensilios de la cocinita y a disfrutar.
Al fondo a la izquierda, detrás de la mesita, hay un pequeño sofá estilo futón, y una lamparita de una luna colgada, los propios peques van allí a descansar cuando lo necesitan y encienden su luz.
Las familias pueden quedarse en la tribu todo el tiempo que necesiten o quieran, de hecho una mamá llegó con su niño y estuvo interactuando un ratito con todos nosotros. Le pregunté por el periodo de adaptación, y Mimi me dijo que en las casas de madres de día no existe como tal dicho periodo, sino vinculación y, como suele ser tan natural, los peques no tienen sufrimiento alguno, ni sensación de abandono, pues la “Seño Mimi” puede darles el cariño y amor que necesitan sabiendo que puede atenderlos a todos sin dificultad.
Le pregunté por fichas o algo similar, y me comentó lo que ya intuía desde que entré en la tribu: no tienen cabida, el aprendizaje es natural, espontáneo, a través del juego y la experimentación. Me mostró una torre de aprendizaje, y con ella los peques ayudan a Mimi en la cocina a fregar los platos y vasos de la comida, a realizar bizcochos, galletas… en resumen, a disfrutar.
La tribu se nutre del entorno: el barrio, los vecinos, etc. Cada semana disfrutan de una cesta ecológica de la Subbética, un proyecto precioso del que también nos habló un poquito, y dentro de la cesta les llega pan y galletas de Antonio, que a los niños les encanta, incluso han visitado su taller de pan. Tan bien me hablaron de Antonio y su pan que antes de marcharme de Lucena tuve que visitarlo y de camino llevarme cositas para casa. Los peques aprenden tanto a respetar el entorno… salen varias veces en semana de la tribu, van al parque, al mercado, al castillo del Moral y saludan a los vecinos del barrio.
Fue una magnífica visita donde aprendí mucho, me gustó la sensación que me dejaron, tanto Mimi como los peques. En esa casa se respira calma, disfrute, respeto, aprendizaje, cariño y amor. Todo eso me lo llevé yo en pequeñas dosis y tanto es así que me han invitado a pasar otro día con ellos, y lo haré sin ninguna duda más pronto que tarde. Es de los sitios más relajantes que he visitado.
Aparte de la casa de madre de día, Mimi nos contó que por las tardes la casa se convierte en lugar de reuniones sobre crianza respetuosa con familias, yoga para niños, terapia craneosacral… un montón de actividades que hacen a esta Seño-mamá tan especial como ella es.
Gracias Mimi, gracias por abrirnos tu tribu, tu espacio, pero sobre todo tu alma, por dejarnos ver más allá, por enseñarnos otras formas de tratar, de hacer. Nos vemos muy pronto de nuevo.